En el país muere un bebe cada 48 minutos.
¿Podríamos decir que nuestro conocimiento sobre la mortalidad infantil aún está en pañales?. La Tasa de Mortalidad Infantil es un indicador controvertido. Por un lado, se trata del indicador epidemiológico más utilizada en los estudios descriptivos, en las comparaciones sobre la situación de salud de países, provincias o regiones. Por el otro, los analistas tienden a sospechar que muchas veces lo que las cifras indican no se parece a la realidad.
En las Ciencias Sociales muchas veces avanzamos sobre terreno poco firme. Esta es, tal vez, una de las causas por las cuales solemos usar metáforas o hasta expresiones robadas de las ciencias exactas. Así, por ejemplo, extrapolamos de la física términos como "turbulencia" y "resiliencia", para referirnos a contextos y cualidades sociales. Hay quienes se han tomado la misma licencia para explicar la Mortalidad Infantil. Se exponen a continuación seis de las metáforas utilizadas para abordar este fenómeno.
El termómetro del desarrollo
Esta es la primera y más extendida metáfora. Como indicador socio-sanitario la Tasa de Mortalidad Infantil-TMI mantiene altos niveles de correlación con otras variables tales como: ingreso per capita, población bajo línea de pobreza, proporción de población analfabeta, e incluso concentración de la renta (medida , por ejemplo, a través del coeficiente de Gini).
La hipótesis automática que surge es que a cada nivel de desarrollo económico debería corresponder un determinado nivel de desarrollo social que se podría medir a través de indicadores como la TMI. Desde esta posición el nivel de mortalidad infantil de Argentina resulta demasiado elevado. Especialmente si se contrastan las cifras de alrededor de 19 por mil de Argentina con las de países de menores ingresos como Chile, Uruguay, Jamaica y Cuba donde se llega a un 12 por mil y no existe este nivel de crecimiento.
Pero la situación resulta peor aún cuando se lo analiza en perspectiva histórica. Aunque hoy vivimos una recesión sostenida, durante la década pasada la economía Argentina creció a un ritmo muy superior a su reducción de la TMI. En 1960 teníamos casi la mitad de la mortalidad infantil que Chile y en 1997 la duplicamos.
Si se toma la década transcurrida entre 1985 y 1995 es posible clasificar a los países de acuerdo a su avance en la reducción de la TMI y a su nivel de crecimiento económico. En el gráfico siguiente se presentan los datos de América latina y el Caribe considerando que los países se distribuyen en cuatro cuadrantes. En el primero estarían aquellos que crecieron económicamente (en términos del PBI per capita) y conquistaron reducciones en el TMI. En el segundo están los que lograron reducir su TMI aun sin haber crecido. Se trata de Honduras y Nicaragua, dos países que partían de tasas muy altas de mortalidad y avanzaron, en el período considerado, sobre lo que en Políticas Sociales se denomina "Metas Blandas", aquellas donde la inversión en acciones sanitarias presenta rendimientos crecientes.
El tercer cuadrante lo integran países estancados en ambas variables. Es importante percibir que no siempre el no haber avanzado indica una mala situación. Es decir, puede haber países que no mejoraron sus ingreso ni redujeron la TMI pero que ya poseían ingresos altos y una mortalidad infantil relativamente baja.
Por último en el cuarto cuadrante están los países que obtuvieron incrementos en su ingreso per capita pero sus logros sobre la TMI fueron inferiores a la media regional. Allí se sitúa la Argentina , como uno de los países que más creció pero como uno de los que obtuvo menores logros en términos de TMI.
El indicador biquini
Esta segunda metáfora fue utilizada por Lincoln Freire, de la Sociedad Brasileña de Pediatría, aludiendo a que "muestra casi todo, pero esconde lo principal".
¿Qué esconde la TMI ?. El incremento de los riesgos sociales y sanitarios. Por ejemplo un incremento de 1% en la proporción de población que vive bajo la línea de pobreza no repercute de forma inmediata sobre la TMI pero si sobre otros indicadores como las tasas de criminalidad y las muertes violentas (por causas externas). Estas a su vez cuando se registran de forma sostenida empiezan registrar mayor correlación con los niveles de TMI. Lo mismo ocurre con la desocupación.
La TMI constituye un indicador biquini porque estimula una política sanitaria en piloto automático. Casi siempre tiende a bajar por causas ajenas a la política de salud, tales como el mayor nivel de alfabetización o la urbanización. Y no resulta sensible a las coyunturas en las que se incrementan los riesgos.
Los únicos privilegiados
En el país muere un bebe cada 48 minutos. Esto significa que anualmente mueren en la Argentina entre once y trece mil menores de un año. Pero además, sólo casi tres de cada diez menores de edad cuentan con cobertura de obra social o prepaga (en los mayores de 565 años son nueve de cada diez los que si tienen cobertura médica). En el 60 % de los casos es debido a causas evitables. La pobreza, la violencia, el maltrato y los accidentes impactan negativamente sobre todos los aspectos de la salud infantil.
Valeria Schapira periodista del Clarín utilizó una metáfora más impresionista: la Mortalidad infantil "equivale a la caída de 28 Jumbos sobre territorio argentino". Sin embargo, casua mucho menos impacto sobre la opinión pública y sobre las políticas sanitarias.
El verdadero riesgo país
Horacio Lejarraga, presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría utilizó esta expresión para hacer referencia al surgimiento de una "nueva morbilidad" que englobar el conjunto de riesgos que acechan a los niños, en primer lugar enfermedades mal o tardíamente diagnosticadas, pero también la desnutrición endémica, el maltrato, el abuso sexual y -en instancias posteriores de la existencia, cuando se las alcanza- flagelos como los trastornos de aprendizaje, la marginalidad, la delincuencia, las drogas y el alcohol. Es decir, adquieren mayor peso un conjunto de patologías que incluyen problemas de desarrollo psicosocial, de discapacidad, trastornos del apetito en el adolescente, accidentes, drogadicción. Pero ellos no reemplazan sino que se agregan a la vieja morbilidad: las muertes infantiles en el primer mes de vida -por déficit en la atención perinatal- la desnutrición y las infecciones.
La generación perdida
La CEPAL acuñó la frase la "década perdida" para hacer referencia a los años ochenta en Amércia Latina. En sus análisis de la situación social en los noventa surgió la expresión la "generación perdida", puesto que aunque se retome el crecimiento económico e, incluso, aunque se consiga el desarrollo social (que no es sinónimo ni consecuencia necesaria de lo anterior); permanecería parte de una generación, nacida en los años de ajuste y crisis, cuya inclusión social sería casi imposible de lograr.
En Argentina hay 230.000 adolescentes argentinos no estudian ni trabajan. Al mismo tiempo avanza el embarazo adolescente . Se ha estimado que los hijos de madres adolescentes tienen 60% de probabilidades de ser pobres.
La rueda de bicicleta
Esta última metáfora es un alerta. Alude a que la reducción de la TMI "avanza cuando se pedalea hacia adelante, avanza cuando se deja de pedalear y continúa avanzando por un tiempo aún cuando se pedalea hacia atrás".
La metáfora permite insinuar una trampa. Las autoridades sanitarias pueden justificar su gestión a través de reducciones en la TMI de las cuales no son artífices. Aunque los políticas sanitarias resulten negligentes, aunque se reduzca el acceso a los servicios de salud la inercia de otros procesos sociales impulsará una reducción de la TMI por un tiempo más. Opera como el piñón de la bicicleta, aunque se pedalee para atrás no se desanda el camino
Fuente
http://www.isalud.org/htm/site/noticia.asp?idNot=151
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