jueves, 26 de julio de 2012

La soberbia del poder

 

 

LA SOBERBIA.- La soberbia del poder

La soberbia del soberbia del poder Por: WALDO PEÑA CAZASE  un mundo que pugna por mantener vivos altos valores universales, luchando contra el hambre, la miseria, el crimen, la corrupción y la injusticia, no es posible reinar por mucho tiempo obedeciendo a los más groseros instintos primarios, sólo con un gran ejército y una poderosa economía Sin dejarse ofuscar por su gigantismo, los estadounidenses deberían recordar que las pulgas han sobrevivido a los dinosaurios por imperio de una ley biológica: los seres vivos crecen y se fortalecen; pero se debilitan y mueren si exceden su tamaño natural. Igual que un individuo envilecido cae al abismo arrastrado por sus vicios, los pueblos van cuesta abajo por su ablandamiento moral e ideológico. También deberían leer algo de historia, por lo menos la suya propia, para comprender que no fueron derrotados sólo por el Vietcong y por "hippies" y "beatniks" inconformistas, sino por sus propios líderes ensoberbecidos.Nunca, ni siquiera en los tumultuosos días de la guerra del Viet Nam, Estados Unidos había tenido perfil tan bajo como hoy, no sólo por una extendida condena internacional a su política belicista, sino por el rechazo a su poder hegemónico, por el recelo de sus propios aliados europeos y por una creciente oposición interna. La mayor potencia de la historia pierde liderazgo al compás de las pifias de su Presidente, drama que se advierte en un chiste popular: cada vez que George W. abre la boca pierde un aliado. ¿Por qué el parlamento turco vetó el ingreso de tropas estadounidenses? Porque Bush contradijo su postura original admitiendo que su objetivo en Irak no era eliminar supuestas armas químicas, sino derrocar a Hussein.La historia reciente es una llaga apenas cicatrizada: la hegemonía de Estados Unidos se hizo patente al terminar la Segunda Guerra Mundial, y sólo la URSS le hacía sombra; pero su torpe política exterior provocó graves conflictos internos: una "guerrilla cultural" al calor de las ideas de Marcusse y otros pensadores, con violentas revueltas en Berkeley y otras universidades; fuertes movimientos rebeldes --Poder Negro, Panteras Negras, Ejército Simbiótico de Liberación y otros- amenazaron la integridad del país, y las luchas intestinas por el poder culminaron con el asesinato de los Kennedy y de Marthin Luther King. Nunca en su historia Estados Unidos había estado tan al borde del abismo. Con el derrumbe del colonialismo europeo en Asía y África y la consolidación del régimen castrista en Cuba, el triunfo final del socialismo parecía sólo cuestión de tiempo. Pero, cuando menos se esperaba, ¡cataplum, el poderoso oso soviético! Es que ningún imperio es eterno, y hoy los cambios son mucho más rápidos e imprevisibles que cuando Juan Bautista Vico hablaba del "corsi y recorsi" para explicar el triste destino de Nínive, Babilonia, Roma y otros imperios que hoy son sólo ruinas. El colosal imperio de la Reina Victoria, donde nunca se ponía el sol, está hoy confinado en sus frías islas, cubiertas de niebla y smog.¿Son el 11 de septiembre y las crisis en Irak y el Oriente Medio una señal del ocaso del imperio? Hay, quizá, una ley sociológica, natural o divina que rige el destino de las naciones y de la humanidad. Hoy las hegemonías son tan frágiles y efímeras como los liderazgos, las ideologías y las modas. Las sociedades se robustecen y prosperan cuando tienen un sólido ideal de grupo, como alimento de la unidad interior. En un mundo que pugna por mantener vivos altos valores universales, luchando contra el hambre, la miseria, el crimen, la corrupción y la injusticia, no es posible reinar por mucho tiempo obedeciendo a los más groseros instintos primarios, sólo con un gran ejército y una poderosa economía.El liderazgo y la hegemonía surgen naturalmente, no por imperio de la fuerza sino como efecto del prestigio. Inclusive el poder tiene una moral, reñido con la soberbia.poderPor:WALDO PEÑA CAZASEn un mundo que pugna por mantener vivos altos valores universales, luchando contra el hambre, la miseria, el crimen, la corrupción y la injusticia, no es posible reinar por mucho tiempo obedeciendo a los más groseros instintos primarios, sólo con un gran ejército y una poderosa economíaSin dejarse ofuscar por su gigantismo, los estadounidenses deberían recordar que las pulgas han sobrevivido a los dinosaurios por imperio de una ley biológica: los seres vivos crecen y se fortalecen; pero se debilitan y mueren si exceden su tamaño natural. Igual que un individuo envilecido cae al abismo arrastrado por sus vicios, los pueblos van cuesta abajo por su ablandamiento moral e ideológico. También deberían leer algo de historia, por lo menos la suya propia, para comprender que no fueron derrotados sólo por el Vietcong y por "hippies" y "beatniks" inconformistas, sino por sus propios líderes ensoberbecidos.Nunca, ni siquiera en los tumultuosos días de la guerra del Viet Nam, Estados Unidos había tenido perfil tan bajo como hoy, no sólo por una extendida condena internacional a su política belicista, sino por el rechazo a su poder hegemónico, por el recelo de sus propios aliados europeos y por una creciente oposición interna. La mayor potencia de la historia pierde liderazgo al compás de las pifias de su Presidente, drama que se advierte en un chiste popular: cada vez que George W. abre la boca pierde un aliado. ¿Por qué el parlamento turco vetó el ingreso de tropas estadounidenses? Porque Bush contradijo su postura original admitiendo que su objetivo en Irak no era eliminar supuestas armas químicas, sino derrocar a Hussein.La historia reciente es una llaga apenas cicatrizada: la hegemonía de Estados Unidos se hizo patente al terminar la Segunda Guerra Mundial, y sólo la URSS le hacía sombra; pero su torpe política exterior provocó graves conflictos internos: una "guerrilla cultural" al calor de las ideas de Marcusse y otros pensadores, con violentas revueltas en Berkeley y otras universidades; fuertes movimientos rebeldes --Poder Negro, Panteras Negras, Ejército Simbiótico de Liberación y otros- amenazaron la integridad del país, y las luchas intestinas por el poder culminaron con el asesinato de los Kennedy y de Marthin Luther King. Nunca en su historia Estados Unidos había estado tan al borde del abismo. Con el derrumbe del colonialismo europeo en Asía y África y la consolidación del régimen castrista en Cuba, el triunfo final del socialismo parecía sólo cuestión de tiempo. Pero, cuando menos se esperaba, ¡cataplum, el poderoso oso soviético! Es que ningún imperio es eterno, y hoy los cambios son mucho más rápidos e imprevisibles que cuando Juan Bautista Vico hablaba del "corsi y recorsi" para explicar el triste destino de Nínive, Babilonia, Roma y otros imperios que hoy son sólo ruinas. El colosal imperio de la Reina Victoria, donde nunca se ponía el sol, está hoy confinado en sus frías islas, cubiertas de niebla y smog.¿Son el 11 de septiembre y las crisis en Irak y el Oriente Medio una señal del ocaso del imperio? Hay, quizá, una ley sociológica, natural o divina que rige el destino de las naciones y de la humanidad. Hoy las hegemonías son tan frágiles y efímeras como los liderazgos, las ideologías y las modas. Las sociedades se robustecen y prosperan cuando tienen un sólido ideal de grupo, como alimento de la unidad interior. En un mundo que pugna por mantener vivos altos valores universales, luchando contra el hambre, la miseria, el crimen, la corrupción y la injusticia, no es posible reinar por mucho tiempo obedeciendo a los más groseros instintos primarios, sólo con un gran ejército y una poderosa economía.El liderazgo y la hegemonía surgen naturalmente, no por imperio de la fuerza sino como efecto del prestigio. Inclusive el poder tiene una moral, reñido con la soberbia

No hay comentarios: