lunes, 22 de septiembre de 2014

LA FILOSOFÍA HERMÉTICA

Los Siete Principios Herméticos

 LA FILOSOFÍA HERMÉTICA.

“El Kybalión”

“Ardua tarea es penetrar en las cualidades reales de cada cosa” Demócrito. SVIII a C.
Las enseñanzas herméticas, han sido cuidadosamente mantenidas en secreto, durante siglos, en el corazón de los afortunados depositarios de dicha sabiduría. Para la transmisión de las ciencias herméticas, se desrrolló por parte de los interesados un aprendizaje y memorización, en lugares secretos y con maestros desconocidos, con juramentos responsables, para guardar el secreto de aquella enseñanza oculta; dado que la mayoría ponían su vida en peligro, por enseñar y aprender doctrinas filosóficas y místicas.
Existe todo un mundo de imágenes, profundamente ancladas en la memoria del hombre moderno. Que no se encuentran en publicaciones accesibles al gran público, sino sepultadas en manuscritos y grabados antiguos. El extraño carácter de las filosofías místicas, símbolos, imágenes, emblemas y esencias trascendentales, nos remiten a la legendaria antigüedad y a la fuente de sus sabidurías: Hermes Trismegisto, patriarca de la mística y de la filosofía de la naturaleza. Paracelso llamaba por ese motivo “astro interior” a la Imaginación creadora, sin confundir imaginación con fantasía. La tendencia a la lengua secreta cifrada en imágenes enigmáticas, se explica por el profundo escepticismo que impera entre los seres humanos. Lo que realmente importaba, era preservar los abusos del  profano o no conocedor, frente al saber primordial, que había sido revelado por Dios a Adán y Moisés, y que una élite de seres humanos había transmitido a lo largo de los siglos. Por ese motivo Hermes, Zoroastro, Pitágoras, Platón…. Excelsos representantes de esa élite, habían desarrollado los jeroglíficos de nuestra tradición, medio para velar la sabiduría y conocimiento que conllevan.

Al amparo de tales premisas, fue creciendo paulatinamente el Árbol de la Ciencia Hermética, que basado en el conocimiento  intemporal, que Hermes Trismegisto nos legó, así como todos aquellos discípulos y seguidores; hemos heredado Leyes y Principios Herméticos, que han florecido a lo largo de los siglos, en las distintas culturas. La literatura hermética, originaria de Egipto, en lengua griega se remonta al Siglo II. Bajo la supuesta autoría de Hermes Trismegisto, disponemos en la actualidad de un amplio abanico de posibilidades, para penetrar en las enseñanzas herméticas: Kabalah; Tarot; Alquimia; Sonido y Color; Magia; Masonería; Astrología; Medicina… Enseñanzas todas ellas, herméticas y transmitidas de voz a oído, para ayudar al ser humano a transmutarse o cambiar hacia un Nuevo Ser.
Los Siete Principios Herméticos, son el fundamento de toda la Doctrina hermética y mística, Leyes y Principios por las que se rige la enseñanza oculta o de misterios, pues define todo aquello que resulta impenetrable, reservado a los iniciados o verdaderos buscadores. De los labios a los oídos fue transmitido este conocimiento entre muy pocos. Han existido siempre “los pocos” que cuidaron el altar de la verdad, sobre el cual conservaron la lámpara de la Sabiduría. Sin la aplicación de estos Siete Principios; puede resultar difícil la comprensión de las enseñanzas herméticas y místicas, origen de las religiones occidentales, y de muchas de las ciencias que hoy conocemos, ya que penetra en el encuentro de la esencia, de todo lo que conocemos y que hay por descubrir.
Tres Maestros, o Tres Iniciados, nos expusieron con sabiduría, hondura y exactitud, los Siete Principios de Hermes, que ellos llamaron “Filosofía Hermética del Antiguo Egipto y Grecia”. Enseñanzas herméticas, filosóficas y místicas, expuestas con claridad y conocimiento en el libro de El  Kybalión.
Para investigar en toda Doctrina Secreta, debemos ahondar y conocer dicho Principios Herméticos. Ellos nos ofrecen la “llave” para abrir las puertas internas, que nos conducirán al Templo Interior. Aquel en el que se halla la Verdad. “Los Principios de la Verdad son siete: el que comprenda esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par.”: El Kybalión. Los siete principios sobre los que se basa la Filosofía Hermética, presentada en el Kybalión, son los siguientes: El principio del Mentalismo; El principio de Correspondencia; El principio de Vibración; El principio de Polaridad; El Principio del Ritmo; El principio de Causa y Efecto; y El principio de Generación.
Estos Siete Principios han ayudado a iniciados, discípulos y aspirantes, en la búsqueda del entendimiento, de las causas y efectos que nos rodean, y de las que no siempre hallamos comprensión y respuestas a los mismos. Tras las enseñanzas impartidas por diversas escuelas, religiones, órdenes, y grupos esotéricos, encontramos constantemente el principio de la sustancia mental del individuo, así como en todo el Universo, y que dicha substancia se debe y se puede transmutar. Si el estudioso llega a comprender estos principios y Leyes, expuestos como Verdades; tiene las puertas abiertas a la enseñanza espiritual y hermética, a su explicación, entendimiento y conocimiento de forma clara y sencilla.En nuestra Escuela “Grupo de Estudios Ejud”, con imágenes en pantalla y enseñanza oral, nos internamos en los Siete Principios Herméticos. Durante varias semanas, vamos deslizándonos en la profunda, y secreta sabiduría de la Filosofía Oculta de que: “Todo es Mental”. De que: “La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. “Todo tiene su Causa y Efecto”; “La Generación existe por doquier” “Todo fluye y Refluye”; ”Como es Arriba es Abajo”; ” Nada esta inmóvil, todo se mueve, todo vibra”, “Todo es doble, todo tiene dos polos…..”
Los Principios de la Verdad obligan a los seres humanos, a trabajar y a esforzarse en la búsqueda interna, para alcanzar altos valores morales, y aspirar a cumplir con los deberes divinos, que nos han sido trasmitidos a través de todos los siglos y alcanzar la compresión para auxiliar, servir y amar a los demás seres humanos, con convencimiento de ello, no por imposición religiosa, sino por entendimiento y sabiduría de los Principios y Leyes, que rigen a la Creación y a los seres humanos.

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