La Zwi Migdal (La prostitución ¨Judía¨ en el siglo XIX)
La Zwi Migdal fue una red mundial de trata de personas que operó entre 1906 y 1930 con sede en la ciudad de Buenos Aires. Estaba conformada por delincuentes de origen judío/polaco que se especializaban en la prostitución forzada de mujeres judías.
La organización conseguía estas mujeres en aldeas del Este de Europa. Las comunidades judías estaban bajo el peligro constante de los pogromos, que las asolaban con saña por esa época, además de las difíciles condiciones económicas; los integrantes de la mafia se presentaban como judíos que habían conseguido prosperar en América y que volvían a su tierra para buscar una mujer con quien casarse. Las condiciones objetivas de miseria y violencia hacían que las jóvenes y sus familias vieran en la oferta matrimonial una oportunidad que no podía ser rechazada.
En su apogeo, luego de la Primera Guerra Mundial, la organización tenía más de 400 miembros en la Argentina. Llegó a tener ganancias anuales por más de 50 millones de dólares. Su sede se encontraba en Buenos Aires, con sucursales en otras ciudades de la Argentina, Brasil, Nueva York, Varsovia, Sudáfrica, India y China.
Sus actividades ilegales fueron duramente combatidas tanto desde las organizaciones judías como por parte de espontáneos de la misma comunidad, hasta que la denuncia de una ex prostituta forzada, Raquel Liberman, que arriesgó su vida en ello, acabó de desmantelarla.
En 1899 se podía decir, a un nivel de presuposición compartida, que «un viaje a Buenos Aires» significaba «camino a la prostitución».
Durante el mismo viaje a América, las chicas eran violadas, golpeadas y encerradas en jaulas en donde pasaban hambre.
Según el periodista Gustavo Germán González, contemporáneo a aquellos hechos, las mujeres eran vendidas como en los antiguos mercados de esclavos de Roma o del Sur de los Estados Unidos:
"...las mujeres, traídas a veces con falsas promesas de matrimonio, eran exhibidas desnudas y vendidas al mejor postor."
En esa época se formó el primer enclave prostibulario en la Ciudad de Buenos Aires, delimitado por las calles Lavalle, Viamonte, Libertad y Talcahuano. la organización tenía sus burdeles sobre las calles Junín y Lavalle. Allí se encontraban El Chorizo, Las Esclavas, Gato Negro, Marita y Las Perras, entre otros prostíbulos, donde las mujeres sometidas a la prostitución trabajaban de 4 de la tarde a 4 de la mañana. Las jóvenes trabajaban a destajo; los proxenetas, caftenes o cafishios, exigían que las mujeres atendieran a un mínimo de 600 clientes por semana y 70 por jornada.
Entre los libros que se han dedicado al tema de la Zwi Migdal se halla el libro escrito por el propio comisario Julio Alsogaray, «Trilogía de la trata de blancas» (1933), repleto de expresiones antisemitas; «El camino de Buenos Aires» (1927) del francés Albert Londres; «La organizacion Negra: la increible historia de La Zwi Migdal» de Gerardo Bra (1982); el libro de Andrés Carretero «Prostitución en Buenos Aires» (1998); el libro del israelí Ilan Sheinfeld, «The Tale of a Ring» de 2007; «El infierno prometido» de Elsa Drucaroff (2006) y «La Polaca» de Myrtha Schalom (2003), una novela sobre Raquel Liberman.
De estas prostitutas judías quedó en el lunfardo una expresión ya en desuso: «papusa»; o «papirusa», palabra que se origina del polaco «papjerosy»: cigarrillo, palabra muy común en boca de las prostitutas polacas, que solían pedir a sus clientes tabaco con algo que sonaba parecido a «dame papirusa» y que quedó como sinónimo de mujer bella y deseable.
Según Tomás de Escobar en su «Diccionario del hampa y el delito», otra expresión lunfarda como cafishio, sinónimo de proxeneta, parece derivar para algunos de otra palabra lunfarda ya en desuso, caftén, que parece derivar del turco caftán, un abrigo largo y grueso que solía usar los judíos ortodoxos.
En Avellaneda esta el cementerio exclusivo de criminales y prostitutas. Sobre la avenida Crisólogo Larralde al 4100 y al lado del Cementerio Israelita de Avellaneda se encuentra, abandonado y semi saqueado, el primer cementerio judío administrado por un grupo de rufianes de origen polaco.
Tumba de Raquel Liberman
2 comentarios:
La "polaquita" que destruyó a la Zwi Migdal.
Por Eduardo Parise.
Parecía una estructura sólida. Su sede estaba en un palacio, al 3200 de la avenida Córdoba; tenía un cementerio para sus socios, teatros propios con obras en idish y hasta una sinagoga. Pero, hacia 1930, aquella próspera "Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia" (fundada en 1906) no era lo que mostraba, ni lo que defendían los honestos de la colectividad, que los apartaban y combatían.
No sólo había cambiado su nombre por el de Zwi Migdal (para algunos investigadores, era el nombre de uno de los fundadores; otros dicen que respondía a la expresión "gran fuerza", en idish). También había dejado lejos aquella propuesta solidaria de sus orígenes hasta convertirse en una estructura mafiosa sostenida por policías corruptos, políticos venales y jueces "amigos".
¿Cuál era el "negocio" de esta organización negra de la historia argentina? La prostitución, algo redituable en una ciudad llena de hombres inmigrantes que, sin familia, llegaban para empezar la aventura de fare l'America.
Se dice que entonces la Zwi Migdal tenía más de tres mil "polaquitas" trabajando en un sistema de esclavitud. Sus rufianes iban a Europa (en especial Polonia y Rusia) para seducir a chicas de entre 16 y 22 años. Los padres de esas jóvenes (por lo general simples campesinos) no dudaban en avalar que sus hijas se casaran con esos "comerciantes" que venían de un lugar sin hambre.
Pero en "la París de Sudamérica" —así llamaban a Buenos Aires— esperaban más espinas que rosas. Cada día, en los prostíbulos de la organización (El Chorizo, Las Esclavas, Gato Negro, Marita, Las Perras eran algunos de los que estaban en la "zona roja", con epicentro en Lavalle y Junín) cada "polaquita" debía atender a unos 50 clientes que pagaban dos pesos cada uno por servicio. Trabajaban de 4 de la tarde a 4 de la mañana.
Aquello no iba a ser eterno, porque el 27 de septiembre de 1930 la historia cambió. Ese día, la Justicia que no estaba comprada dictó la prisión preventiva de 108 rufianes de la Zwi Migdal.
Para eso había sido clave el valiente aporte de Raquel Liberman, una "polaquita" que a los 18 años la habían traído desde la ciudad de Lodz con la ilusión en la piel. Terminó en un prostíbulo. El testimonio de la triste vida de Raquel marcó el principio del fin. Con pena y sin gloria, la Zwi Migdal desapareció. Y terminó aquella historia de la "ciudad de las esclavas blancas".
Fuente: Clarín
A las Hetairas, bien representadas por las Sacerdotizas de Ishtar, les debemos la invención del Banco, el Cheque y el Reloj de Agua.
A las "Francesitas" de San Fernando, durante los estertores de esta banda delictiva en los 40's, se les debe "El Sifonazo", una técnica higiénica similar a la que practicaba Clepsidra con su cuenco de cobre, pero con las ventajas físicas del chorro a presión y la condición espermicida de los medios ácidos, como el CO2.
Creeo que hasta hubo un tango, que inmortalizó al sifonazo.
Muy linda la nota.
Edgardo Maffía
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